Aunque generalmente relacionamos la figura del emprendedor con la persona que pone en marcha un nuevo negocio, también existe la posibilidad de emprender continuando el proyecto iniciado por otra persona, lo que proporciona importantes ventajas para ambos.

Para el emprendedor supone una oportunidad de aprovechar el trabajo desarrollado por la empresa en funcionamiento, como la cartera de clientes o el Know How por lo que se convierte en un proceso más rápido y seguro que el de empezar de cero.

En caso de no poder dar continuidad a una actividad rentable por motivos personales, el empresario que vende evita una importante perdida de capital y en ocasiones evita también una perdida emocional que echa por tierra el esfuerzo de toda una vida.

Se trata por tanto de una forma de emprendimiento sostenible y eficiente en términos económicos, que permite mantener el empleo y otros activos que benefician a la sociedad en general.